Reseña sobre el libro "Shh!" de Chil Rajchman

Después de 2 años, retomé nuevamente la lectura de un libro que trata sobre el Holocausto. El libro se titula “Shh!” y fue escrito por Chil Rajchman.

 

 Chil Rajchman nació en Lodz, Polonia, el 14 de junio de 1914. Era el hijo mayor de una familia judía de 6 hermanos. Atravesó todas las etapas del proceso de persecución y exterminio del Pueblo Judío por parte del nazismo alemán en la Polonia ocupada. En 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, él y su hermano menor fueron los únicos miembros de su familia que lograron sobrevivir a la masacre nazi. Luego de la guerra se casó y junto a su esposa Lila emigraron al Uruguay. Chil Rajchman tuvo 3 hijos, 11 nietos y 2 bisnietas. Falleció en Montevideo, en el año 2004. En esta instancia quiero contar de qué trata el libro y qué es lo que expresa el autor a lo largo del mismo. Chil fue un judío que estuvo presente en el campo de exterminio de Treblinka (ocupada por alemanes) en el año 1945, después de finalizada la segunda guerra mundial. En este libro, él cuenta cómo fue la vida allí dentro, el infierno que es Treblinka, y expresa la manera en la que eran tratados los judíos y cómo se les derivaba a su muerte, paso a paso, detalle por detalle. Chil fue una de las setenta personas que sobrevivieron a todo esto, y tienen relatos y testimonios que cuentan acerca de este campo de exterminio. 
INTRODUCCIÓN: 
La historia que vas a leer es el relato verídico que escribió Chil Rajchman poco después de haber escapado de Treblinka, uno de los más terribles campos de exterminio creado por los nazis para llevar a cabo “La Solución Final”, el asesinato sistemático y masivo del pueblo judío. Treblinka, ubicado en Polonia, constituye hoy un mar de piedras. Piedras que intentan marcar el sitio donde tuvo lugar la barbarie. De los aproximadamente ochocientos prisioneros que había en Treblinka en 1943, alrededor de la mitad logró escapar en una ejemplar y valiente rebelión, pero tan solo setenta de ellos sobrevivieron a la Guerra. Chil Rajchman fue uno de ellos y gracias a su valiosa narración hemos podido conocer el horror que allí se padeció. Su relato constituye un duro y emotivo testimonio para el pueblo judío y la humanidad toda y se vuelve un instrumento esencial en la tarea de no olvidar. Aprender del pasado nos permite enfrentar el presente y proyectarnos hacia el futuro. Elie Wesiel, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz en su libro “Los seis días de destrucción” escribe: 
“Vigilante ¿Qué hay de noche?
 ¡Tantas víctimas en tantos lugares necesitan ayuda! 
Necesitamos, por sobre todo, ser sacudidos fuertemente de nuestra indiferencia, la mayor fuente de peligro en el mundo.
En efecto, recuerda:
 lo opuesto al amor no es el odio 
sino la indiferencia.
 Lo opuesto a la fe no es la arrogancia 
sino la indiferencia; 
 lo opuesto a la cultura no es la ignorancia 
sino la indiferencia; 
 lo opuesto al arte no es lo horrible 
sino la indiferencia. 
 Y lo opuesto a la paz es la indiferencia a ambas, a la paz y a la guerra,
indiferencia al hambre y a la persecución, al aprisionamiento y a la humillación, 
indiferencia a la persecución y a la tortura.” 

Chil Rajchman se preocupó de perpetuar la memoria y ha cumplido con el deber de testimoniar. A partir de este relato tendrás mucho para reflexionar, analizar, investigar y actuar. 

 Al principio de dicho libro, se cuenta que, además de las duras condiciones en las que se vivía en aquella época, era difícil conseguir tomar un poco de agua. Para lograr hidratarse, era necesario contar con algún objeto de valor para entregárselo a los guardias ucranianos, ya sean zlotis, relojes, dinero u oro, y así, recibir a cambio algo de agua, aunque a veces el intercambio no era del todo exitoso, en ciertos casos, muchos de sus compañeros le entregaban objetos por adelantado y no le daban el agua prometida a cambio. 
 También se dice que todos viajaban satisfechos en grandes vagones de tren, con la esperanza de que los llevarían a un lugar bonito, como Ucrania, para establecerse en el campo y realizar tareas agrícolas. Pero nunca se imaginaban que su destino, en ese momento, sería el exterminio en uno de los campos más grandes en Treblinka.
 Al llegar allí, eran recibidos de mala manera, se les acorralaba, se les gritaba y eran empujados solo para dejar el dinero y los objetos de valor que llevaban consigo, el que no hacía eso era fusilado, y al momento de desvestirse, quien demora mucho, era golpeado a latigazos.
 En este campo de concentración (sin contar las cámaras de gas y las grandes fosas en donde habían hornos para quemar los cuerpos de los judíos allí aniquilados) habían varios sectores, así como talleres, una cocina, dos barracas, de las cuales, una de ellas almacenaban los comestibles que los viajeros llevaban consigo, y en la otra, era la barraca en donde se desnudaban a las mujeres y niños.
 Tanto mujeres como hombres trabajaban en un amplio lugar, seleccionando y clasificando enormes montañas de ropa, en donde tenían que revisar las prendas escrupulosamente para encontrar objetos, y si son valiosos deben entregárselos a los ucranianos (no podían quedárselos ellos mismos porque enseguida serían maltratados).
  Debían realizar muy aplicadamente su labor para evitar ser golpeados.
 No hay una sola página en la que él no mencione los latigazos o algún tipo de maltrato hacia los judíos. Tenían que apurarse en hacer todas las tareas que le asignaban, no podían hacer nada a escondidas porque enseguida eran descubiertos, lo cual era peor, porque el castigo era el doble de fuerte. Las mujeres desesperaban por saber qué sería de sus vidas, tenían muchas dudas acerca de ello, pero no recibían respuesta alguna.
 Cuando llegaba el momento de cortarles el cabello, todo debía hacerse sin demoras, quien trabaja con lentitud es castigado.
 Luego proceden hacia las tenebrosas cámaras de gas, éstas mujeres intentaban dialogar con los peluqueros sin llamar la atención, para averiguar acerca de su destino final, pero como nadie podía saber nada acerca del tema, enseguida se sentían latigazos en sus cabezas ya peladas.
 Chil trabajó como uno de esos peluqueros, y lo consiguió fingiendo tener esos conocimientos para así pasar desapercibido y no terminar como los demás, en las cámaras de gas. Junto a sus compañeros tenían planeado escapar, no podían seguir viviendo en esas condiciones, junto a tanto maltrato y explotación.
 Ya todos van dirigiéndose hacia las cámaras de gas cantando una canción llamada “Shma Israel”, el que no cantase, sería castigado, y si fingían entreabrir los labios, eran descubiertos. Cada día se morían más de 10.000 personas a causa de ser asfixiados dentro de las cámaras de gas.
 Chil y su compañero, al ver todo lo que allí pasaba, necesitaban encontrar una forma de escapar, porque de todas formas, tarde o temprano, iban a ser exterminados ellos también.
 Un poco más adelante, lo que ocurre es que, Chil, con uno de sus compañeros, comenzaron a trabajar como portadores de cadáveres y dentistas, y lo que hacen es controlar la montaña de cadáveres para verificar si algún cadáver tenía algún diente valioso dentro de su boca.
 Si dejaban pasar algún cadáver que contaba con algún diente de oro, serían castigados, ya que dichas piezas eran muy valiosas. Ciertos dentistas se ocupaban de los dientes artificiales blancos, otros de los dientes de metal; y dos especialistas eran los encargados de seleccionar los distintos tipos de metales y separarlos: oro, oro blanco, platino y metales comúnes.
 Después estaban los carpinteros, cuya tarea consiste en construir barracas y realizar el mantenimiento de los edificios, otras personas limpiaban las manchas de sangre.
 Y luego, se dirigían a las cámaras de gas para lavar los pisos y las paredes para que no quede ningún rastro de sangre.
 Por último, se abren las cámaras de gas y un pintor blanquea las paredes, todo esto para que queden impecables y así dejar todo pronto para recibir más gente en un futuro. 

EPÍLOGO: 
La dura historia que acabas de leer fue escrita para brindar un claro mensaje a las nuevas generaciones. Si la misión de la educación es prepararnos para afrontar la vida, entonces estas experiencias constituyen las verdaderas lecciones que no pueden dejar de transmitirse. Conocer el pasado nos permitirá detectar a tiempo los síntomas de la intolerancia, reconocer los peligros que implican los prejuicios y ayudarnos a luchar contra la violencia y la discriminación, construyendo una sociedad más justa, integradora y respetuosa de los Derechos Humanos. La democracia requiere de la participación activa, reflexiva y responsable de todos. Nuestra intervención es importante. Está en nosotros evitar que episodios como éstos continúen repitiéndose. Trabajemos juntos por un NUNCA MÁS. 

 HOLOCAUSTO
 En la contratapa, Chil expresa:
 “Si, he vivido durante más de un año bajo las más terribles condiciones, en Treblinka; luego, tras la revuelta, deambulé un par de meses. Durante dos años viví como un supuesto polaco y, tras el levantamiento general producido en Varsovia, estuve durante tres meses y medio en un refugio, allí en Varsovia, hasta que el 17 de enero de 1945 fui liberado. Sí, sobreviví; y me encuentro ahora entre los hombres libres. Pero muchas veces me pregunto ¿por qué? Para ser el fiel testimonio de la inocente sangre derramada, para poder contar cómo millones de seres humanos fueron sacrificados por brutales, execrables, innominables asesinos. Sí, sobreviví; sobreviví para testimoniar sobre el impresionante matadero que fue Treblinka.”

Comentarios

  1. Sabes donde puedo conseguir el libro?

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    1. Hola! Estuve buscando y no se puede comprar online. Es algo difícil de conseguir, acá en Uruguay tampoco lo venden, yo lo conseguí porque lo habían donado al instituto en el que yo estudiaba, fue por eso que pude leerlo. Saludos y gracias por escribir.

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  2. Lo leí como dos veces cuando tenía 16 años, estaba en la biblioteca del liceo, y me pareció muy interesante e impactante. Es de esos libros que tenes que leer porque con lo fuerte que es te enseña una realidad que parece un cuento de terror, pero lo vivieron personas como vos y yo que de repente fueron sacadas de sus casas, de sus familias y sueños para ir a un matadero, es algo que no se debe olvidar.

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    1. ¡Exactamente! Concuerdo totalmente con tu comentario. Muchas gracias por la lectura y por el aporte.

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